Libro - Derrumbando la casa rosada - Mitos y leyendas de los primeros punks en la Argentina 1978-1988 (2012)
Del mítico recital de Los Violadores en julio de 1981 en la Universidad de Belgrano a la presentación del disco Invasión 88 en Cemento, retrocediendo hasta agtadas noches en antros como Le Chevalet y el Parakultural e insólitas intromisiones televisivas junto a Moria Casán y Nancy Anka, "Derrumbando la Casa Rosada. Mitos y leyendas de los primeros punks en la Argentina 1978-1988 se sumerge en el underground del underground en los '80 para rastrear vida y obra de un puñado de pioneros detrás de nombres como, entre muchos otros, Alerta Roja, Los Testículos, Los Baraja, Los Laxantes, Antihéroes, Secuestro, Massacre Palestina, Cadáveres de Niños, Morgue Judicial y Sentimiento Incontrolable.
Ediciones Piloto de Tormenta
Y los autores son:
Alfredo Sainz, Marcelo Pocavida, Daniel Flores, Diego Ladrón de Guevara, Adriana Franco, Patricia Pietrafesa y Leandro Uría.
Diseño gráfico: Diego Ladrón de Guevara
"Derrumbando la Casa Rosada" es el título del primer disco de la banda
punk Alerta Roja, a la que está dedicado uno de los capítulos de este
libro.
Pido Gancho
El libro Derrumbando la Casa Rosada se
sumerge en el underground de los ´80 para rastrear los primeros pasos
del movimiento punk en la Argentina. Y sobrevive a todo ese ruido para
contarlo.
Ni sociología en zapatillas
All Star ni la Biblia del movimiento,
Derrumbando la Casa Rosada
es simplemente un libro sobre los primeros años del punk en la
Argentina y por eso nos gusta. De entrada dejan en claro que “desde una u
otra perspectiva, no son estas las historia de sexo, drogas, rocanrol y
glamour a las que nos acostumbró el periodismo de rock. Casi lo
contrario:
Derrumbando… por lo tanto la primera década del punk
en la Argentina, incluye una colección de desencuentros, fracasos,
peleas, frustraciones, pérdidas y malos entendidos varios. (…) Ojo,
tampoco es que este libro sea sólo un catálogo de perdedores hermosos.
Sus personajes no se definen sólo por lo que nunca les saldrá bien, sino
más aún, por una convicción, una militancia underground que hoy parece
excéntrica. Es algo casi vocacional.” De espalda a la industria del
espectáculo y la primavera alfonsinista.
El libro de la Colección de una Isla (
Ediciones Piloto de Tormenta)
está hecho a imagen y semejanza de la escena y en la lectura de punta a
punta uno termina de concederle a los periodistas y organizadores
Alfredo Sainz y Daniel Flores que no había otra forma de contar esta
historia. Porque el revuelo y la confusión de esas noches agitadas
formaban parte del movimiento e intentar normalizar el relato en pos de
construir una versión oficial indefectiblemente era faltar a la verdad.
Es a través de cada testimonio de primera mano escrito por músicos y
periodistas que curtían la escena que los nueve capítulos con sus idas y
vueltas, rescatan la mayor cantidad posible de información antes de que
el tiempo y los blancos en la memoria terminen por sepultar la
historia.
De hecho, Alfredo Sainz hace hincapié en que fue el principal objetivo
"queríamos que quede un testimonio escrito de un montón de historias que
conocíamos, de forma directa y otras a través de terceros, pero que
temíamos que se podían perder a falta de trabajos periodísticos
exhaustivos. Con Daniel veníamos hablando el tema desde hace casi veinte
años, en serio veinte. A mediados de los ’90 nos hicimos amigos y una
de las primeras ideas que tuvimos fue escribir un libro contando los
inicios del punk en la Argentina. Tardamos un poco, pero lo hicimos.” No
sólo eso sino que lo enmarcaron dentro de un proyecto editorial, “nos
gusta e interesa rastrear historias poco o nada conocidas. Ir a
entrevistar a ese tipo que hace dos décadas que no toca y al que jamás
entrevistaron ni siquiera para un fanzine escolar -agrega Daniel Flores-
Derrumbando la Casa Rosada, es el tercer título de
una serie de libros que estamos haciendo sobre aspectos poco conocidos
del rock en Argentina. Los anteriores fueron
La manera correcta de gritar sobre el ska desde los ´60 hasta hoy y
Gente que no sobre bandas postpunks de los ´80. ¡Ya casi me volví casi un coleccionista de testimonios insólitos!”
Para dimensionar la tarea que ambos llevaron acabo vale mencionar que
eran tiempos donde no había Internet y la principal vía de difusión eran
las cartas, además de los afiches y los fanzines de confección
artesanal. Entonces a la hora de delinear este libro Alfredo cuenta que
“hubo que tomar decisiones programáticas sobre testimonios y voces que
estábamos convencidos no podían faltar, como las de Patricia Pietrafesa
(Cadáveres, Sentimiento Incontrolable), Gamexane, Gramática o los chicos
de Alerta Roja. Por otro lado el azar nos guió a gente con las que nos
cruzamos a partir del libro y también fue definitorio los que quedaron
afuera porque no quisieron dar su testimonio. Por ejemplo, Hari B. que
se autoproclamó el primer punk de la argentina o Fidel Nadal que
paradójicamente no quería saber nada de su pasado punk. Incluso Daniel
Melero tampoco quiso hablar sobre su papel en la escena under de los ’80
y el sello Catálogo Incierto. La verdad eran testimonios que nos
interesaban mucho tener pero no pudimos contar con ellos.”
Insospechadamente hablan mucho más por su ausencia que lo que uno supone
que se permitirían decir al respecto. En retrospectiva Daniel sostiene
que “en los ´90 cuando todo esto era un pasado cercano el relato hubiese
sido otro. Ahora que pasó más tiempo, muchos se reconciliaron con
aquella época.”
Memorias de noches agitadas. Con un corto delay
respecto a los modelos británicos y norteamericanos en 1977 aparecieron
los primeros punks en la Argentina. Sin embargo
Derrumbando…
hace un movimiento más que interesante: lejos de buscar similitudes que
equiparen a Buenos Aires con Manchester o Londres, se centra en los
accidentes domésticos (unas vacaciones familiares por Europa en el
momento justo, una tía azafata con suficiente buena onda par traer
encanutados unos discos) que derivaron en las particularidades locales
del movimiento. Así en los pequeños detalles y sin la necesidad de
postular grandes verdades (recordemos lo de la sociología en zapatillas
All Star) se describe como va tomando forma este movimiento desde los
early adopters más cercanos a Belgrano y Barrio Norte, pasando por la
diseminación hasta el lanzamiento del disco
Invasión 88 en Cemento.
En el libro conviven versiones encontradas que según Alfredo Sainz no
fueron una preocupación “estamos convencidos que las diferentes visiones
sobre un mismo hecho sirvieron para enriquecer el relato, aún a riesgo
de caer en contradicciones. El peligro es cuando las contradicciones se
refieren no a una visión sobre un hecho, sino a un dato concreto. Por
ejemplo, si tal grupo participó o no de un festipunk determinado. En
estos casos, intentamos trabajar con el mayor nivel de chequeo de datos
pero seguramente cometimos errores porque no es mucho lo que hay
escrito.” Esta modalidad por otro lado permitió entrarle al tema de
forma directa dice Flores “esta estrategia de no armar un relato común
nos ayuda a llevar al lector de la mano, entrar con él en esos antros,
caminar entre los personajes de la época y plantarnos frente al
escenario a recibir todo ese glorioso ruido, imaginariamente.”
Así unos cuentan que en los recitales se vociferaba contra los
“comerciantes de la Pelo”, otro rescatan que reclutaban integrantes para
sus bandas y promocionaban sus presentaciones en vivo por medio de
avisos en esa misma revista. O que se mofaban del rock argentino por
“comercial” pero que en el principal reducto punk Le Chevalier pasaron
desde Andrés Calamaro hasta figuras más bizarras como Moria Casán. Y ni
hablar de las intenciones que iban desde la idealista Cooperativa Punk
(con declaración de principios y todo) hasta lo skinhead. Y lo mejor de
todo es que todo fue cierto.
Por otro lado,
Derrumbando… muestra como este movimiento
juvenil iba demarcando su territorio a pesar de la continua y
sistemática represión de la policía. Entonces sin dimensionarlo en ese
entonces también fue un movimiento de resistencia. Durante la
presentación del libro Patricia Pietrafesa afirmó que “A mí el punk rock
me salvó la vida. Nuestra época fue bisagra entre dictadura y
democracia: las minorías salían a resistir contra las condiciones que te
hacían difícil la vida, y no sólo la policía, también la gente, que nos
rechazaba, a nosotros y a todo lo que no consideraba normal. Vivir como
queríamos era un gran desafío y una gran intensidad.”
Y como si todo esto no fuera suficiente en el epílogo del libro titulado
“Dónde están los Viejos Punks” se repasa como en las películas qué fue
de la vida cada uno de los nombrados en el texto. Verdaderamente
desopilante. Daniel reafirma “una cosa que siempre nos interesó fue
contar dónde están hoy los viejos punks. En la presentación del libro
Max, el cantante de Secuestro tuvo una conclusión muy interesante: dijo
que el punk podía ser muy peligroso (de hecho, muchos de los que
aparecen mencionados hoy están muertos) pero que también podía ser una
buena manera de viajar porque muchos de los protagonistas de aquella
época hoy están viviendo afuera.” Nunca más cierto eso de que el
movimiento todo lo contempla.