Viva la lucha obrera (1886)
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25/4/24
7/6/17
Los misterios de la franc masonería (1886)
Libro - Leo Taxil - Los misterios de la franc masonería (1886)
Fuente agenteprovovador
En 1888 Pablo Rosen publicó Satán y Cía. bajo el subtítulo de «Asociación Universal para la Destrucción del Orden Social». El libro se convirtió en una de las más feroces y desquiciadas obras antimasónicas, solamente superada por la obra de Léo Taxil, el ocultista agitprop que se rió de todos.
«Asociación Universal para la Destrucción del Orden Social» era el subtítulo del famoso libro antimasónico de Pablo Rosen Satan y Cía., publicado en 1888, en plena fiebre contra la masonería. Rosen, falsificando documentos y testimonios, construye una historia secreta de la masonería asimilándola a cultos diabólicos y calificándola como la peor y más mortífera de las asociaciones clandestinas. En grandes letras, en sus primeras páginas, puede leerse: «El único Dios es Satán», asegurando haberse tomado la frase de panfletos masónicos. Al estilo de otras obras de la época, lo publicado se presenta como absolutamente «verídico» a modo de «revelaciones».
«Rosen y Taxil fueron solamente dos autores (o uno solo, como hemos señalado) de entre otros tantos centenares que, a partir de 1884, se dedicaron a combatir lo que entendían que era una lucha entre el bien y el mal, entre luz y oscuridad»
Un repaso por el índice nos da una pista de las ideas ferozmente antimasónicas de Rosen:
Autenticidad de este libro. Objeto de la Francmasonería. Origen verdadero de la Francmasonería. El charlatanismo ateo de los Rosacruz. Nacimiento de la Francmasonería actual, cuyo padre es el ateísmo y la madre la anarquía. Glorificación del vicio. La gradación en la perversión. Significación secreta de los tres grados simbólicos. La gradación en la infamia. Glorificación del ateísmo y de la anarquía. Muerte a todas las religiones. El ateísmo obligatorio. Grado de Caballero Rosacruz. Muerte a toda autoridad. La anarquía obligatoria. Grado de Caballero Kadosch. Glorificación de la venganza. Grados del Iluminismo Alemán. Glorificación de la Venganza Secreta. Glorificación de las Venganzas Masónicas. Glorificación de los Vengadores Masónicos. Glorificación del Mal. Grados israelitas y bíblicos. Guerra al Bien. Guerra a la virtud, a la castidad, a la lealtad, al Derecho Social y a la propiedad. Todo a la corrupción. Grados bíblicos. Explotación corruptora del comunismo. Glorificación de la perversidad. Grados templarios. Perversión de las masas populares. Perversión de las instituciones. Perversión de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad. Grados herméticos y cabalísticos. No hay Dios. La razón es el todo. No hay Creador. La naturaleza lo ha hecho todo. Glorificación de la hipocresía. Glorificación de Satán. Grado supremo. Satán obrando, enseñando y dirigiendo. Satán deificado. Documentos justificativos.
Samuel Pablo Rosen, nacido en 1840 en Varsovia, Polonia, era un viejo rabino que se convirtió al catolicismo y se dedicó a escribir en francés sus opiniones antimasónicas, siguiendo la estela del más famoso escritor esotérico de la época, entonces convertido a la cruzada antimasónica, Léo Taxil. Incluso hay quien asegura que tras Rosen no se escondía otra persona que el propio Taxil, quien solía utilizar pseudónimos como el de Docteur Bataille. Rosen y Taxil fueron solamente dos autores (o uno solo, como hemos señalado) de entre otros tantos centenares que, a partir de 1884, se dedicaron a combatir lo que entendían que era una lucha entre el bien y el mal, entre luz y oscuridad.
El 20 de abril de aquel año, el papa León XIII publicó la encíclica Humanum genus, en la que afirmaba lo siguiente: «El género humano quedó dividido en dos campos contrarios, de los cuales el uno ―el reino de Dios en la Tierra, es decir, la Iglesia verdadera de Jesucristo― combate sin descanso por la verdad y la virtud y el otro campo es el reino de Satanás [...] bajo la guía y con el auxilio de la masonería».
León XIII desató la locura. De pronto, se multiplicaron los supuestos casos de antiguos miembros de cultos secretos que revelaban lo padecido, escritores infiltrados, secuestros de niños, sacrificios humanos y, por supuesto, conspiraciones tras las que estaban los judíos, siendo esta época la que alumbró una de las mayores falsificaciones de la historia, Los protocolos de los sabios de Sión, el origen de una vasta conspiración mundial protagonizada por el judaísmo. Los escritos de Taxil, sin embargo, fueron un tempranísimo caso de guerrilla de la comunicación y agitprop, al hacer pasar por verdadero lo que era falso y hacerlo, además, para vengarse de los propios masones, que no lo habían aceptado. Su plan era casi perfecto. De este modo, al año siguiente, fingió convertirse al catolicismo y anunció su intención de reparar el daño que había causado a la verdadera fe. Acto seguido inventó una orden masónica satánica de nombre Palladium, cuyo objetivo principal sería dominar el mundo.
Durante años, la farsa de Taxil dio buenos resultados, generando un tropel de seguidores y líderes religiosos que no dudaron en convertir sus obras en verdaderos tratados antimasónicos. Tras más de quince años de falsedades, le valieron un reconocimiento como experto en masonería, algo que en realidad sí que era Taxil, aunque siempre maquillando la historia, falsificándola y sacando a relucir lo que aseguraba que eran pactos satánicos entre masones. El 19 de abril de 1897, Taxil acabó con su «broma» en una conferencia, donde reconoció que sus revelaciones sobre los masones eran falsas y agradeció a la Iglesia su contribución al éxito de la farsa al darle propaganda y fondos para sus publicaciones. El escándalo fue tan grande que el acto acabó entre gritos y conatos de agresión, solamente evitados por la intervención de la policía.
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