17 de mayo de 2018 · Actualizado hace 2 hs
Malicia, un caso testigo de cómo la escena thrash metal boicotea su necesaria renovación
“El heavy argentino es raro”
El cuarteto grabará un DVD en The Roxy, el domingo 27, en su último show antes de una pausa para recalcular ante el desgaste.
Por Juan Ignacio Provéndola
El DVD registrará su thrash veloz y técnico, que hasta fue versionado por grupos europeos como Agresiva, de España.
Pablo Maldonado recuerda que, cuando iba al primario, sus compañeritos deseaban ser bomberos o astronautas. Como ocurre comúnmente, el destino y las posibilidades derivaron a la mayoría hacia otros menesteres. “Pero yo, en cambio, siempre soñé ser esto que soy y por suerte lo pude cumplir”, dice el bajista y uno de los pilares de Malicia. Su banda integra la estampida thrash metal que desde hace una década pretende refundar el heavy criollo, escena que siempre parece postergar la evolución más allá de aquellos próceres fundacionales que lo abarcan casi todo.
Hoy, con siete discos en el buche, Malicia se expone a un momento sensible de su historia. Por un lado, tendrá la oportunidad de grabar su primer DVD el domingo 27 de mayo en The Roxy Live, cristalización en audio y video de un thrash veloz y técnico que hasta fue covereado por grupos europeos como Agresiva, de España. Pero, por el otro, sobrevuela la sensación de que será el último show en mucho tiempo. Es que la pasión inspira pero también bloquea: a todos nos gusta amar y ser amados, pero el desaire o la indiferencia resultan difíciles de procesar.
“El heavy argentino es raro: es un público culto pero al mismo tiempo demasiado sesgado hacia todo lo que tenga raíces en V8 o Hermética. Es difícil hacerse un nombre nuevo, aunque nosotros venimos desde hace rato y siempre fuimos muy respetados por la gente y por músicos de aquellas bandas originarias”, reconoce Maldonado.
“De grande pude abrir mi cabeza hacia estilos diferentes, pero muchos otros no. Me pregunto qué va a pasar en diez años, cuando la mayoría de esos artistas haya colgado los instrumentos. Existen bandas con buenas canciones, equipadas y ensayadas, pero hay que ver si perduran hasta entonces”, opina el bajista del grupo que completan el guitarrista Lucas Bravo, el baterista Cristian Romero y el cantante y fundador Maxi Escobar.
Malicia roza las dos décadas, sumó shows por centenas y resulta más fácil enumerar las provincias a las que no fueron que las que visitaron. Eso fue gracias a una decisión poco habitual de un grupo del under: comprar con el esfuerzo colectivo un micro para tunearlo y adaptarlo a las necesidades de las rutas argentinas. Fue en 2005, después de la salida de Agresivo, su tercer disco. “En esa época estábamos bastante locos”, dice Pablo, a carcajada limpia. “Pero un chico que laburaba con nosotros lo estaba aún más y nos insistió con la idea del micro. Nos mentimos en la aventura y, gracias a eso, conocimos casi todo el país, aunque pasado un tiempo lo debimos vender porque nos traía muchos dolores de cabeza, jaja.”
¿Por qué, entonces, Malicia decide abrir un paréntesis a pesar de que los recuerdos siempre remiten a momentos felices? “Los años generan desgaste y sentimos que hay algo que no funciona bien. No es sólo subir a tocar y listo. El círculo del thrash metal es el mismo y todo se vuelve repetitivo. Además muchos se lanzan a trabajar de productores pero son improvisados que, sin darse cuenta, perjudican a las bandas”, apunta el bajista.
“A principios de año tuvimos una charla fundamental y coincidimos en que teníamos que parar porque estábamos estancados en un lugar del cual no podíamos salir. Y es difícil salir a tocar sin ganas. ¿Es una buena decisión? No lo sé, pero jamás forzamos nada y tratamos de hacer todo a conciencia. Nunca tuvimos la fórmula, aunque supimos hacia donde queríamos ir.”
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